sábado, 23 de julio de 2011

Poemas seleccionados


"PROVERBIOS Y CANTARES"




Si pudieses leer las líneas de mi mano
encontrarías capítulos enteros
que no te gustarían.


* * *


Si el Capitán Trueno volviera
yo sería su escudero.
¡Que buen caballero era!


* * *


Mañana seré... ¿qué?


* * *

Para curar los enfermos
pueden servirnos los médicos.
Para confesar nuestras culpas
pueden servirnos los curas.
Para enterrar nuestros muertos,
tan sólo nos sirven las manos.


* * *


Hoy es un número primo
entre mañana y ayer.


* * *

Fermat, Goldbach y Riemann
conjeturaron con números.
¡Gloria a ellos,
que hoy tan sólo se conjetura con estúpidos!


* * *

Hijo, si tú me pides la Luna
yo nunca podré dártela.
Si tú me pides la paz
difícil será que la traiga.
Más si me pides un beso
miles te daré de agua.


* * *


Te quiero porque me río contigo.
Te quiero porque me gustas
como un vaso de buen vino.
Te quiero porque un buen día
me regalaste dos hijos.

* * *

Si yo tuviera pistola
no sé dónde me la pondría.
Si te la pusiera en la sien
o me la pusiera en la mía


* * *


Garcilaso fue poeta y soldado,
y fue soldado poeta,
como el gran don Miguel,
herido en Lepanto.
Hoy en día los poetas son cobardes
y los cobardes son soldados,
al mando de sus Leopards
y volando con sus Phantoms.
Por éso,
si Garcilaso volviera
yo sería su escudero;
¡Que buen caballero era!

* * *


Anda, ven y dame
versos en la boca,
de los tuyos,
de los buenos.
Anda, ven y dame
versos en la cara,
de los tuyos,
de novia y madre.
Anda, ven y dame
versos en la frente,
de los tuyos,
de los que calman mi fiebre.
Anda, ven y dame;
anda, ven y...
Anda, ven.
Anda.



* * *

¿Sabes qué?
que me diste dos hijos.
¿Y sabes también?
que planté, para ti,
árboles en el campo.
¿Pero sabes qué?
que me faltaba el libro,
en el que hablara de la mar,
y del cielo,
y de ti,
siempre de ti.
Y tú lo hiciste, no yo,
y sólo tú y yo sabemos
que no salió,
o salió bastardo,
lo que es peor.
¿Sabes qué?
que árboles, hijos y libro
fueron lo que fueron
por ti y tus ojos verdes
que iluminaron el camino,
aquel camino de la copla,
la de las cinco farolas,
por el que no crecía la hierba
y que unía tu casa con la mía.
¿Y sabes qué?
que a punto estuvo de medrar
la hierba en él
si no fuera porque lo impedían
los árboles y los hijos
que por él jugaban.


* * *

¡Gloria a Dios en las alturas!
Ayer me dio el doctor
mi carné del nosocomio,
con grandes ventajas y colores,
y lo puse en lugar privilegiado
en mi cartera, junto a la foto de mi madre.
¡Gloria a Dios en las alturas!
Que lo puedo enseñar por todos lados
y acreditarme como loco,
con mi monotema y mis manías,
de escribir por los wáteres de señoras
con dedos manchados de... pues de éso,
y entrar en los aseos de próceres
y cagarme dentro de ellos,
y echar gotas fuera de tiesto,
porque ayer mi doctor,
el docto doctor,
me dio mi carnet de irreflexivo,
de insconciente, de lunático,
porque ayer
¡Gloria a Dios en las alturas!
Me dio el doctor mi carnet de loco, de orate,
y me arrojó de la execrable tribu de los cuerdos
con su odiosa razón, y sus miedos,
y su orden, y sus leyes...
porque ¿saben ustedes?
ayer me dio mi doctor mi carnet
y lo puse en mi cartera,
al lado, justo al lado,
de la sacrosanta foto de mi madre.


* * *

Ayer puse una lavadora de colores
roja, amarilla y lila,
como la bandera antigua,
la de la España republicana.

Ayer puse una lavadora de colores

pero le eché algo de lejía,
y no acerté con los botones,
y mi bandera quedó descoloría.
Ayer puse una lavadora de colores
y que pena, madre, que pena,
que por mi mala cabeza
perdiera la bandera sus dones.
Ayer puse una lavadora de colores
y se jodió mi bandera.
tan bonita, tan grande, tan linda,
roja, amarilla y lila.
Ayer puse una lavadora de colores

* * *

Derraman los mis ojos por tu ausencia
lágrimas de dolor de puro llanto,
y siento tu no estar, lo siento tanto,
que tan solo imploro tu clemencia.
Lloran los mis ojos lágrimas negras
de rabia, de dolor, de odio
lloran los mis ojos pena negra,
negra pena,



* * *

¡Ay, chiquita!, que me dueles
cuando siento, cuando lloro,
que te veo allá en La Habana.
¡Ay, chiquita!,


* * *

“Al modo carrolliano”



Ignotos pericardios broncíneos
arrastran hacia los brazos
eternas doncellas ebúrneas
hermosas y de su raza.
Marchan en busca de lápidas
y sólo encuentran doncellas
hermosas, mujeres clásicas,
más que lejanas estrellas, bellas.
¿Hasla encontrado? ¿Allí en la cúspide?
Dame un abrazo, doncel encantador.
Tú pericardio, ella tricúspide,
eres un cielo, más que ese sol.
tendrás tu premio. Ten esa lápida,
lleva tu nombre, y una fecha,
la de tu muerte, tórpida, mórbida, rápida,
debías saberlo, lleva tu fecha.


* * *

1 comentario:

Amadora del Árbol dijo...

muy bueno, Rafa. Me gusta mucho.
Aniella la Gentil